Louis Vuitton: La historia detrás del hombre que inventó el lujo moderno

Hijo de molineros y analfabeto, el francés Louis Vuitton tuvo uno de esos destinos excepcionales retratados en la literatura del siglo XIX, al construir una industria prolífica marcada por las invenciones técnicas y sus relaciones con la alta sociedad. Vuitton, una de las primeras personas en comprender la importancia y el valor de dar su nombre a un objeto, no fue en realidad el primer Louis Vuitton. Nacido en Anchay (frontera con Suiza) el 4 de agosto de 1821, recibió el nombre de su hermano mayor, que murió con apenas un año de edad.
Con 16 años llegó a París desde su región natal tras dos años de camino a pie y solo aprendió a leer y a escribir pasados los 20, tras decidirse a crear su negocio. El comienzo Comenzó como aprendiz de Romain Maréchal, fabricante de baúles y embalador de vestimentas en los desplazamientos de la realeza y la nobleza, y en 1854 creó su propia empresa de objetos de viaje, con la que pretendía llegar a los poderosos que visitaban el mundo. “Por entonces el equipaje no era algo lujoso. Se viajaba con baúles de madera. Su mayor innovación fue personalizar las maletas con telas, no sólo protegerlas de la lluvia, sino también vestirlas, e incluir sobre ellas su monograma, lo que sirvió como una forma de publicidad y de reconocimiento social”, añade Bonvicini.
Tener una maleta Louis Vuitton era una señal de estatus social: entre sus clientas destacaron la emperatriz Eugenia de Montijo, casada con Luis Napoleón Bonaparte; la reina Victoria de Inglaterra, Isabel II de España y su hijo Alfonso XII, y aventureros como Pietro Paolo Savorgnan di Brazza.
Vuitton ideó accesorios para picnic, camas plegables, portasombreros, maletas con cajones o la primera maleta-armario que permitía transportar hasta veinticinco vestidos sin que se arrugasen. Creaciones que respondían al espíritu de su tiempo, no sólo por la innovación, sino también por esa búsqueda insaciable de ocio y consumo que se promulgó como una forma de frenar las continuas revueltas de la primera mitad del siglo XIX. Fue además un precursor de prácticas industriales, de la mejora de condiciones de los trabajadores, para quienes creó un preludio de caja de pensiones y seguro social, de la globalización de marcas: fue uno de los primeros en abrir una tienda en el extranjero -en Londres, toda una provocación para los ingleses- y en recurrir a las franquicias para vender sus productos.
Las falsificaciones Una de sus grandes batallas fue contra las imitaciones. Su primera maleta de lona gris fue pronto copiada, como también lo fueron sus creaciones de rayas o el damero, en el que hizo marcar su nombre -algo nunca visto hasta entonces- para evitar plagios. Pese a la lucha feroz que inició contra sus imitadores, comprendió que, si le copiaban, es que sus maletas eran un objeto deseado.
Louis muere el 25 de febrero de 1892 y fue enterrado en el antiguo cementerio de Asnières-sur-Seine, Francia, la firma pasa a su hijo Georges, quien lleva la marca a la Exposición Mundial Colombina y patenta en 1896, siguiendo los gustos de la época por los patrones japoneses, los patrones de lona con rombos, flores y el monograma de la firma, con lo cual frenó la falsificación de sus productos.
Después de su muerte, su hijo Georges inventó y patentó la cerradura de vaso a prueba de fuego que no se puede pinchar. Varios años después, sacó un anuncio en el periódico desafiando al mago Harry Houdini a escapar de su equipaje seguro que tenía esta cerradura. La compañía, ahora propiedad de LVMH, todavía ofrece el mismo servicio que Louis Vuitton como Malletier a al menos un cliente. En 2014, la Fédération Internationale de Football Association (FIFA) le pidió a Louis Vuitton que diseñara y construyera un estuche de viaje para la Copa del Mundo.

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